Impulso, tenacidad, obstinación, esfuerzo y ganas de ganar es lo que esta semana ha tenido Consuelo, para poder proyectar Impulso, de Emilio Belmonte, en el Potro.

Y ayer con Impulso, valió la pena todo.
Todxs salimos impresionadxs ante el peliculón, la fuerza e Impulso de Rocío Molina y esa soberbia dirección.

Para mí, es la primera vez que en medio de la proyección, ante un extraordinario número compartido con La Chana y Rocío, la sala se llenó de aplausos. Hasta las dos artistas nos miraron.
Ver a esas dos generaciones sentadas en las mismas sillas de anea que estaba sentado el público, queriendo apoyarse, ayudarse y complementarse, es lo mejor de este extraordinario documental.
Experiencia, humildad, juventud, trabajo, esfuerzo e impulso entre dos generaciones y dos formas de bailar y expresarse zapateando y aireando sus manos y sus cuerpos, cansado y roto el de la Chana, joven y potente el de Rocío. Diálogo artístico fuera de carta y de catálogos.

La película empieza en el estreno en París, para retroceder en años a presentarnos el proyecto artístico de nuestra protagonista. Sus compañerxs de trabajo, los ensayos, el entrenamiento, el cansancio, la improvisación, el salir y el entrar en el flamenco, sus alrededores heterodoxos y ortodoxos.
No sabes qué es lo mejor. Lo mejor lo decidirá Rocío en el último momento. En un montón de últimos momentos que pueden durar hasta cuatro horas, que es lo que da esta artista en sus espectáculos.

El debate fue muy rico y participativo, pero totalmente centrado y controlado por el mundo del flamenco. Debates interesantes, personales y algunos enfrentamientos en la forma de entender el arte y la cultura.

Aquí sacaré un aporte de un artista del cine, el gran Godard, sobre estos asuntos: «La cultura es la norma o la norma es la cultura y la excepción es el ARTE.»
Rocío Molina y el documental «Impulso» son dos excepciones.

Trailer Impulso – by Emilio Belmonte, with Rocío Molina