Como hoy no ha podido acompañarnos Luis, lo hemos echado en falta, tomo su relevo y cuento la crónica de esta película excelente en su planteamiento y difícil en lo que nos toca a los españolitos-as en estos tiempos que corren.

Un simple insulto puede derivar en provocación y continuar con violencia, agresiones y hostilidades generalizadas en toda una comunidad.
Tony, un cristiano libanés, buen hombre, que trabaja en su taller mecánico, es cariñoso con su esposa y está deseando cuidar a su bebé cuando nazca, se convierte en un ser irreflexivo y poco razonable cuando Yasser, ingeniero a cargo de las obras de mejoras del barrio y refugiado palestino, le cambia el canal de desagüe de su terraza sin consultarle.
Un simple insulto ante una nimiedad se acaba convirtiendo en un delito de odio, y ambos, Tony y Yasser, pasan a ser un un tema estrella para los medios que ponen su disputa en el centro del debate de la opinión pública, creando enfrentamientos y disturbios.
Cada uno, Yasser y Tony, con su dolor de desarraigo, dañados por la guerra, sintiéndose víctima principal de este conflicto, que solo es reflejo del que vienen arrastrando durante toda su vida.
En medio de toda esta disputa, las mujeres como víctimas colaterales, llamando a los maridos a la reflexión, tratando de mediar y conciliar, poniendo la vida en el centro del debate, intentando que dejen a un lado el orgullo y acepten las disculpas. En los conflictos es donde también se ponen de manifiesto las diferencias de género, los varones se sienten obligados a salvaguardar el honor y las mujeres a salvar las vidas y la integridad.
Buen cine de alto contenido social y que invita a la reflexión.
La sala del CRV llena una vez mas, el público aplaudió al finalizar la película.