III Ciclo Miradas de Cine sobre Cooperación y Solidaridad
En colaboración con la Delegación de Solidaridad del Ayuntamiento de Córdoba y la participación de la Delegación de Turismo proyectamos en el III ciclo Miradas de Cine sobre la Cooperación y la Solidaridad.
Hatidze es una mujer de una aldea de Macedonia que cría colonias de abejas en unos cestos hechos a mano que deja escondidos entre las rocas. Unos nuevos vecinos se instalan cerca de las colmenas, estorbando su paz y la de sus abejas. Igual que las abejas obreras cuidan a la abeja reina, Hatidze ha comprometido su vida al cuidado de su madre, con la que vive en una cabaña.
Queremos mostrar cómo el respeto y el cuidado hacia la naturaleza y los demás es imprescindible para la vida humana porque somos ecodependientes, los recursos y bienes salen de la naturaleza, e interdependientes porque no existiríamos sin la ayuda de otros seres humanos.
Premios
2019: Premios Oscar: Nominada a mejor documental y película internacional
2019: Festival de Sundance: Premio del Jurado – Documental (World) + 2 premios
2019: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor documental
2019: Premios del Cine Europeo: Nominado a mejor documental
2019: Premios Independent Spirit: Nominado a mejor documental
2019: Asociación de Críticos de Chicago: Nominado a mejor documental
2019: Satellite Awards: Nominado a mejor documental
2019: Sindicato de Productores (PGA): Nominado a mejor documental
2019: Sindicato de Directores (DGA): Nominado a mejor director / Documental
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Aforo limitado a 65 personas. Guardar medidas sanitarias Covid-19
Solicitar invitación: cinecercano@gmail.com
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Para saber más
El Salto. Diario
Cine Europa
Valencia Plaza
Barcelona.cat
Filmaffinity
Marina nos presentó la peli: Nos dijo que se acerca el final de este III Ciclo de Cooperación y que la peli que íbamos a ver «como la reflexión sobre cooperación se centra en la naturaleza, en la necesaria relación respetuosa entre especies, los bosques, los espacios naturales, los animales, o las tierras que habitamos….¿cómo nos relacionamos con ellas o qué conocemos de ellas?»
Nos acompañó una amigo apicultor, Álvaro López Escar, que se ocupó de dinamizar el debate y nos llevamos más por el mundo de la miel, sus propiedades, su vida y su diversidá, que de la propia peli. Nuestra gente no paraba de preguntar. Aprendimos que en la ciudá hay más abejas que en el campo. Algo raro está pasando y desajustando.
La peli nos introduce en un país europeo en el que parece que no ha pasao el tiempo y sobre to el capitalismo depredador. Una madre y una hija viven en plena armonía en una pequeña casa, en la que no hay ni electricidá ni canalizaciones de agua.
La vida, dentro de este lugar casi desértico, es de máximo respeto y reparto equitativo con sus compañeras abejas. La producción de miel se comparte en equidá y todxs felices, hasta los gatos de compañía.
Hay tiempo pa cuidar to lo que nos rodea e incluso para hacer escapadas a la civilización y hacer intercambio pa otros productos de la dieta y hasta pa arreglarse el pelo.
Después de uno de estos viajes hay una de las escenas más tiernas de la peli. A nuestra Hatidze le han regalao un abanico. Ella se lo muestra a su mae, medio ciega, medio sorda, parece que ya han cambiao sus papeles, cuidaos y roles en la vida, la hija hace de mae, y la mae hace de hija. Parece que la mae no conoce este invento moderno y Hatidze le dice que es como la cola de un pavo real y sirve pa refrescarse y espantar al las moscas. Con mimo y amor la abanica y le cuenta que ha vendío la miel.
Mientras se cuidan hablan de novios, pretendientes, futuros yernos… y de la vida por venir.
De que ya mismo llegará la primavera y la mae le contesta que ya ha vivío muchos inviernos.
La armonía de esta vida se ve interrumpía por unxs nuevxs vecinxs a lxs que Hatidze ayuda en too y que poco a poco las ansias de riqueza y especulación arruinarán la amistá, el medio ambiente y la población de abejas. Nada será igual con esta sobreexplotación que el capitalismo más chusco y grosero representa.
No saber que la riqueza tiene un límite y que además hay que compartirla, lleva a este Honeyland a la ruina. Y a la tierra al colapso y derrumbe.
Hay canciones y actos que son universales, yo creía que eso de acariciar a un gato y cantarle, lo de misico, gatico, que te comiste , la sopita y no me dejaste na…Era exclusivo de nuestra pequeña Córdoba y resulta que en lo más escondío de Macedonia se canta y acaricia con el mismo rito y ritmo.
Película con una exquisita fotografía, unas interpretaciones únicas y unos contrastes tremendos. Nuestra Hatidze anda y escala montañas, mientras en el cielo se ven las señales de humo blanco del progreso, las estelas de los aviones.
Presentación de Honeyland (Macedonia 2019)
Proyectamos el día 11 de abril en el CRV el quinto título del tercer ciclo sobre cooperación y solidaridad, Honeyland. Las personas que lo hemos seguido hemos podido ver temas referidos a la solidaridad con los procesos migratorios en la película Stix; la solidaridad con la memoria histórica tras los conflictos bélicos en la película guatemalteca Nuestras madres; el apoyo y la sororidad entre mujeres en Adam; la cooperación médica y humana tras una tragedia como la de Chernóbil en El Traductor; y en Honeyland vamos a ver como la reflexión sobre cooperación se centra en la naturaleza, en la necesaria relación respetuosa entre especies, los bosques, los espacios naturales, los animales, o las tierras que habitamos… ¿cómo nos relacionamos con ellas o qué conocemos de ellas?
El documental nos habla de una cooperación necesaria, y a la vez nos muestra otros modos de vida que pueden parecernos de un pasado remoto, pero son presente.
Para mostrar esto, una pareja de directores macedonios, Tamara Kotevska y Ljubomir Stefanov, nos muestran el difícil equilibrio entre la naturaleza y la humanidad en progreso, después de pasar tres años en el territorio de la apicultora protagonista Hatidze Muratova, en los Balcanes.
El equipo de rodaje lo han constituido 6 personas dos director@s, dos directores de fotografía, un técnico de edición y otro de sonido en una tienda de campaña y pasando mucho tiempo en convivencia con las personas que filman. Esto se hace evidente en la naturalidad y verdad de cada una de las escenas, en los diálogos y los silencios de los protagonistas, ya que se muestran como si nadie estuviera observándolos. Incluso la naturaleza despliega toda su belleza en las diferentes estaciones, y apreciamos y sentimos cómo se la mima y también cómo se la daña.
Ambos directores son documentalistas: la directora, de 28 años, y el director, de 48, tienen una amplia experiencia como documentalistas y ambos han elegido un modelo de documental radicalmente etnográfico y respetuoso con la realidad que muestran. Es un resultado híbrido entre documental y ficción, ya que grabaron más de 400 horas y de estas pudieron realizar un montaje final de 86 minutos, en el que aparece la vida natural con la misma fuerza que las relaciones humanas.
La fotografía es impresionante, toda ella realizada sin luz artificial tanto en los espacios interiores como en los exteriores. Acompañamos a Hatidze Muratova en su quehacer diario; ella tiene 55 años y cumple la tradición de la minoría turca a la que pertenece, que establece que la hija pequeña se queda con sus padres hasta que mueran. Esto sucede durante la grabación del documental y se muestra con total respeto. Con el mismo respeto que Hatidze trata todo lo que le rodea, madre, animales y naturaleza; incluso respeta y enseña a esos vecinos destructores e indeseables que dañan el paisaje y acaban esquilmando su propio sustento.
El documental nos habla de la necesaria ecodependencia y de los riesgos que tiene no cuidar la naturaleza, como nos recuerda Yayo Herrero en una entrevista: “Me metí en la ecología y el activismo para salvar la naturaleza y el planeta; hoy me he dado cuenta de que lo que tenemos que conseguir es que la naturaleza nos salve a nosotr@s, seres finitos y vulnerables, y nos haga entender que formamos parte de una biosfera, de una red formada por animales, plantas, aire, minerales, luz del sol, y que nunca podemos estar por encima de ella”.
Honeyland se ha presentado y ha sido premiada en numerosos festivales. El dinero en metálico que recibieron como premio en el festival de cine de Sarajevo se destinó a la compra de una casa para Hatidze en un pueblo de la zona, cerca de sus familiares, y para ayudar a escolarizar a los hij@s de Hussein.
Hemos invitado para el coloquio a un veterinario y apicultor, Álvaro López Escar, que nos ha dado claves de interpretación de lo que nos muestra la película y que contestó a las personas asistentes múltiples dudas sobre la miel, las colmenas y su manejo.