ADAM-DOMINGO 7 DE MARZO 21

Escrito el 28 de febrero de 2021

III Ciclo Miradas de Cine sobre Cooperación y Solidaridad

En colaboración con la Delegación de Solidaridad del Ayuntamiento de Córdoba y la participación de la Delegación de Turismo proyectamos en el III ciclo Miradas de Cine sobre la Cooperación y la Solidaridad.

Abla regenta una humilde pastelería en su vivienda de Casablanca, donde vive sola con Warda, su hija de ocho años. Su rutina, dictada por el trabajo y las labores domésticas, se ve un día interrumpida cuando Samia, una joven embarazada en busca empleo y techo, llama a su puerta,. A la pequeña le atrae la recién llegada pero la madre se opone a acoger a la extraña en su casa. Poco a poco la determinación de Abla va cediendo y la llegada de Samia les abre a las tres la posibilidad de una nueva vida.
Queremos mostrar la vulnerabilidad de las mujeres que se acrecienta cuando se salen de la normas impuestas por la cultura y la sociedad y cómo la cooperación, solidaridad y ayuda entre iguales puede paliar y ofrecer salida a las mujeres.

Premios
2019: Festival de Cannes: Un Certain Regard (Sección oficial)
2019: Festival de Valladolid – Seminci: Sección Oficial

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Aforo limitado a 45 personas. Guardar medidas sanitarias Covid-19
Solicitar invitación: cinecercano@gmail.com

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Para saber más

Cine Europa
El Espectador imaginario
Cinema Gavia
El Español. Cultura y Cine
Filmaffinity

2 Comentarios

  1. luis

    La presentación y debate, la hizo nuestra Gloria Álvarez, y nos situó en un Marruecos tan cercano y lejano, como controvertío. También nos situó en la España de hace años en la que esta historia pudiera haber pasao y seguró que pasó. La corsetería o ropa interior de las protagonistas, yo recuerdo haberlas vistas en mi casa, mi mae pudo estar cerca de esta historia.

    Adam, es una peli de mujeres en un territorio hostil y cual no lo es?, pero que en ciertos países en el que pesa más la tradición que la libertá, la mujer está terriblemente sometía a esa tradición que hoy ya no tiene cabida.
    La sociedá te enseña las cadenas y grilletes, pero al final una decide si se los pone y si los abandona. A lo peor tiene que ser en la sociedá más intima y familia. Ahí si eres o consigues ser libre, puedes deshacerte de estas cadenas.
    Las protagonistas son tres mujeres de diferentes edades, y la más pequeña sirve de puente y unión de las dos mayores. Es la que lleva la complicidá del pequeño grupo que encuentran y comparten, deseos, pasado, más deseos, futuro y una sociedá en la que quepan todxs, incluso lxs bastardxs y deseredaxs.
    Cuesta trabajo la fraternidá/sororidá, hay que dar y entregarse sin dejar parcelas ocultas.
    En un principio podría imaginar que Abla está viendo en Samia, su pasao, pudiera ver su maternidá no deseada, pero no es así. Abla renunció al placer y la sonrisa porque a la mujer no se le permite ni la muerte de los queridxs, ni el dolor de sus ausencias. No tienen na.
    Samia abrirá la herida de Abla y la sanará, le dará ganas de bailar y vivir. Le hará la vida más suave, agradable y amasará el pan con suaividá y amor, lo mismo hará ya con su vida.
    Samia tendrá que afrontar su futuro y el de su hijx. Seguro que lo resolverá de la mejor manera. Pero el ser mujer y mujer pobre nunca ha sio fácil, ni lo será.
    Además la maternidá, pudiera ser otra cadena que te pone la tradición pa que la abraces y te la coloques libremente, pudiendo ser una desgracia pa ambxs. Conmigo está condeao. Sin mi nunca lo sabré.

    Los últimos minutos, bastantes minutos se hacen tensos, mu tensos, Abla se va a su cuarto y acaricia a Warda, y la cámara pasa al cuarto de Samia con su hijx. No hay música, ni ruído de la calle, sólo se puede oir, mu levemente el roce de la tela, el tocar a su hijx y ver sus deitos, su pelo, su vida y hasta su futuro. El silencio en la sala se hace insoportable, estamos en la misma habitación, y sólo nuestro respirar entrecortao, y algún muelle de movernos inquitxs en la silla, hacen más tensa la situación. No sabemos qué hacer nosotrxs.

    La peli nos ofrece una luz mu distinta de la habitual, la del color de las paredes cansás y envejecías de la casa y también nos regala la música, algo que siempre nos dará la alegría y el deseo de vivir.

    https://www.youtube.com/watch?v=Bdg670atb2Q

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  2. Gloria Alvarez de Prada

    “ADAM” O EL DOBLE ESTIGMA DE LAS MADRES SOLTERAS
    Yo soy esa Gloria de la que habla “nuestro” Luis Begara en su crónica sentimental de la película ‘Adam’ y, debo reconocerlo, me ha enternecido que me llame “nuestra Gloria Álvarez”. Su ejemplo me ha empujado a insertar este comentario a modo de continuación del suyo por dos motivos: En primer lugar, porque esta película es compleja y poliédrica y, por ende, permite tantas lecturas como espectadores asistan a ella. En segundo lugar, porque me gusta dialogar sobre cine, en especial con Luis y, también, me fascina -o me da envidia- la gracia andaluza con la que él escribe. Por todo eso, desde aquí invito a que éste sea, no solo el “principio de una bella amistad”, sino también un foro virtual donde l@s cinéfil@s debatamos y compartamos nuestras opiniones después de cada proyección de Cinecercano.

    Además, me siento obligada a aclarar que para mí fue un placer y , en cierta manera, un compromiso ético el aceptar ser la presentadora de “Adam” de la directora marroquí: Maryam Touzani. Y digo que es un placer porque transcurre en Casablanca y en esta ciudad he trabajado seis años, allí he vivido experiencias intensas y he hecho amistades que perduran. Y digo que es un compromiso porque amo Marruecos y me entusiasma la vitalidad de sus gentes tanto como me duelen sus heridas.
    Maryam Touzani, nacida en Tánger en 1980, pone el dedo en la llaga de los principales problemas de su país. Este es su primer largometraje como directora y guionista, pero ya desde los primeros cortos abordó y denunció cuestiones tan preocupantes como la educación, la prostitución o la explotación infantil en el trabajo doméstico.
    A pesar de ser una ópera prima demuestra una maestría y una elegancia estética digna de autores más maduros y duchos en esas lides. Dicha maestría se evidencia en cada una de sus secuencias, en la cuidadosa iluminación, es decir en la cálida luz de los interiores, en la intensa luminosidad de las azoteas y, en especial, en los contraluces que se producen en el escaparate de la pequeña pastelería, o sea entre la fuerte claridad que procede de la calle y la penumbra de la tiendecilla.
    La cámara enfoca y desenfoca para guiar la mirada del espectador. Desenfoca lo que desea pase a segundo plano y, en especial, enfoca los ojos tan expresivos de las tres protagonistas, que nos hacen sentir empatía, que nos meten en su piel y nos muestra sus esbozos de sonrisas y de esas lágrimas contenidas, lo que ven y lo que no quieren mirar, lo que dicen y lo que callan. La directora nos enfoca sus manos, sus vientres y sus andares, casi siempre cansados y pocas veces ligeros. Se detiene en su forma de vestirse y de velarse y desvelarse poco a poco. Pero no deja que quedemos atrapados en el exotismo de las chilabas, ni mucho menos en unos pañuelos que sólo aluden a su procedencia campesina o de mujeres de barrio que se cubren para trabajar más cómodas.
    La banda sonora es de un naturalismo estremecedor, compuesta por ruidos de cacerolas, radiocassetes de fondo, la algarabía callejera y graznidos de gaviotas que evocan la proximidad del puerto pesquero casablanqués. Y cantos en susurros y silencios, muchos silencios elocuentes.
    Nuestra Maryam Touzani demuestra ser consciente de que la soledad y el callejón sin salida de ser madre soltera no es un tema nuevo en la cinematografía marroquí, pero sí lo es su manera de abordarlo. Omite cualquier referencia al laberinto jurídico que está implícito en el filme (subyace en el mismo el debate parlamentario sobre la reforma del código penal marroquí, el movimiento «HORS LA LOI» FUERA DE LA LEY, y la ciberacción #STOP490, con el que reivindican la anulación de dicho artículo que penaliza cual relación sexual fuera del matrimonio) tampoco hace apenas alusiones religiosas, salvo la mención al doble estigma de “hijo del pecado” que marca tanto al hijo como a la mujer que ha mantenido relaciones sexuales fuera de la ley y fuera del matrimonio. Omite también, creo que de forma intencionada, datos del pasado de la embarazada, sin aclarar si las relaciones fueron consentidas o no. En mi opinión, la directora en tanto que guionista desea dar una visión magrebí y al mismo tiempo universal del problema. Y compone una historia dura y sensitiva, intimista y a la vez comprometida, feminista y militante laica de los derechos sexuales y reproductivos. Y lo logra apelando primero a la empatía para después llegar al intelecto. Denuncia el peso de las tradiciones y del “qué dirán” para reivindicar un cambio de mentalidades colectivas.
    Insisto en que es una historia feminista porque la protagonizan tres mujeres: una pueblerina recién llegada a la ciudad, una viuda que la acoge y su hija de ocho años. En especial la pueblerina juega un papel complejo. A veces se comporta como si fuera la hija de la viuda, otras juega como la niña e, incluso, en algunos momentos parece la madre de la viuda que la ayuda a elaborar su duelo pendiente y a recuperar la vitalidad perdida.
    Los actores masculinos tienen papeles muy cortitos. Es verdad que son secundarios pero no son simplistas. A pesar de estar en una sociedad machista, el pretendiente de la viuda se nos muestra como un hombre discreto y respetuoso con las mujeres, en especial con la panadera a la que manifiesta admirar por su coraje y valentía. Incluso las pocas frases con las que la viuda evoca a su marido nos dejan entrever que era un buen hombre.
    Dado que odio la palabra “spoiler”, he intentado no “destripar” este relato. Solo me queda invitar a las personas cinéfilas a que no se pierdan esta propuesta de Touzani y que se dispongan a verla sin ideas preconcebidas, ni exotismos, que dejen a un lado lo que creemos saber de la sociedad marroquí y se adentren en los conflictos de las vidas de esas tres mujeres tan verídicas y verosímiles que olvidamos que son actrices, así veremos panaderas auténticas que se entregan a la tarea de amasar panes y mazapanes -allí llamados cuernos de gacela, junto con otras delicias de la repostería marroquí que, solo al evocar su sabor se me hace la boca agua – y que también, a pesar de los pesares, logran sonreír y bailar y, sin tirar la toalla, desean protestar porque las engañan hasta en la harina que les venden y se quejan de que allí las mujeres no tienen derecho ni de pisar un cementerio y de que pocas cosas les pertenecen. Y he contado mucho, pero no he contado nada de los dilemas que plantea esta historia. Vayan a verla, me parece imprescindible.

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