Última proyección del ciclo
Miradas de Cine sobre el Agua
Corn Island
17 de junio de 2018, 19.00 h. Sala Vimcorsa
El río Enguri forma la frontera entre Georgia y la República de Abjasia. Las tensiones entre los dos países no han disminuido desde la guerra de1992-93. Cada primavera, el río trae suelo fecundo desde el Cáucaso hasta las llanuras de Abjasia y noroeste de Georgia, creando pequeñas islas: pequeños grupos de tierra de nadie. Las islas son refugios para la vida silvestre, pero en ocasiones también para el hombre. La historia comienza cuando un viejo granjero de Abjasia pone el pie en una de las islas. El anciano se construye una cabaña para él y su nieta adolescente, él ara la tierra y juntos siembran maíz. Pero los soldados georgianos andan cerca. El maíz madura y la nieta florece, el anciano se enfrenta al ciclo ineludible de la vida.
Queremos mostrar una situación extrema de supervivencia, centrada en dos protagonistas, donde la naturaleza, el agua, es –incluso- un enemigo más cruel y hostil que la propia guerra que se está librando entre Abjasia y Georgia.Más información
Cine Divergente.
El espectador imaginario
El cine por montera
Culturamas
Bandeja de plata
Metrópoli
Paco Poch
Filmaffinity
Pura poesía cinematográfica, triste poesía pero que deja la esperanza de una nueva vida y nuevas oportunidades.
Sólo hay una escena en la que hay risas y cierto juego. En un día espléndido nuestra protagonista ríe, corre, se esconde y juega. La mirada inquisitiva del abuelo rompe el encanto de la escena.
Película en una isla mínima, una historia mínima y el gran argumento de la vida.
No pasa casi nada pero pasa la vida, una vida mínima, pero que todos los años hay que volver a vivirla.
Construir para sobrevivir. Lo mismo que se siembra el maíz que florecerá y dará su fruto, estas familias deben todos los años empezar a enraizarse en la isla, construyendo una casa precaria, el huerto y los diques de contención, sabiendo que todo será efímero, que la naturaleza les da la isla pero al año se la quita, esa es su estabilidad, volver a vivir todos los años desde el principio.
Aparte de la hostilidad de la naturaleza, aparece otra hostilidad menos natural, la guerra: en una isla pacífica con dos habitantes, no paran de dar vueltas hasta tres ejércitos en guerra entre ellos. La paz del río y la naturaleza es alterada constantemente por diferentes lanchas militares que vienen de un horizonte difuso y nebuloso.
La presentación de la naturaleza, bajo el prisma tradicional histórico es una maldición para la mujer. Queda relegada a un segundo, tercer o cuarto plano, porque el hombre ha elegido ser protagonista de la historia.
Pero en la guerra, el protagonismo de la mujer, es ser botín y ser objetivo militar. Cada vez que aparecen estas lanchas la inquietud del/a espectador/a se traslada a nuestra protagonista. Sabemos que algo bueno nunca pasará. El color caqui es un peligro para la mujer.
Nuestra isla mínima goza de un gran grado de acogida, con solo dos habitantes es capaz de dar asilo y cuidados a un refugiado, sin que se altere ni la economía ni el bienestar de sus habitantes. Su solidaridad es total, le ceden la mejor comida, la mejor cama y el mejor trato posible, hasta su recuperación total.
La vida empieza todos los años y todos los días.