Esta película será proyectada en versión original subtitulada.
Últimamente se habla mucho de la autocensura. Una vez que la censura oficial ha sido desterrada de nuestras leyes, parece que nos autocensuramos, para entrar dentro de los cánones considerados «correctos» y cubrir expectativas sociales.
Eso se desprende de esta película que nos permite reflexionar sobre los momentos decisivos en que necesitamos una alta dosis de valentía para cruzar esa línea roja.
Nina y Madeleine son amigas desde hace muchos años, vecinas de descansillo, con una intimidad que ni siquiera los hijos de Madeleine sospechan. Si nos autocensuramos y nos imponemos límites, nunca terminaremos de afrontar aquello que nos atormenta. Si dejamos que los prejuicios manipulen nuestra voluntad y nos impidan decir lo que somos, nunca conseguiremos progresar. Si reculamos atemorizadas por el qué dirán, jamás seremos nosotras mismas.
En su primer largometraje, Filippo Meneghetti se centra en dos mujeres maduras, sostenidas por dos grandes actrices, Barbara Sukowa es Nina, mujer fuerte e independiente que ya se cansó de esconderse. Martine Chevalier es Madeleine, madre de familia que aún en el siglo XXI teme desilusionar a sus hijos y no se atreve a enfrentarse a sus miradas enjuiciadoras.
Paralelamente a la salida del armario de dos mujeres maduras, emerge otro gran tema para debate. Que ocurre cuando en una pareja no oficial ni reconocida se desencadena una situación de cuidados? Este es el segundo gran debate a abordar en esta película.
Para saber mas:
Esta película deja el buen sabor de boca de un trabajo cuidadoso y minucioso entre dos maravillosas actrices que logran implicarnos en la complejidad de los afectos y las lealtades.
Las diferentes imágenes reflejadas en los espejos,la mirilla de la puerta o los ojos de su protagonista nos devuelven las distintas miradas sobre la belleza de la madurez,la necesidad de respeto al propio deseo y al ajeno,la dificultad de aceptar la felicidad en relaciones familiares no satisfactorias,los patrones encorsetados de la educación de las mujeres en la que pedir permiso para vivir y ser feliz se perpetua desde la infancia, hacia los padres, hasta la vejez, hacia los hijos.
Ser capaz de transgredir todos esos límites solo es posible desde la certeza de que merecemos esa felicidad.